Una luz en la llama by Jennifer L. Armentrout

Una luz en la llama by Jennifer L. Armentrout

autor:Jennifer L. Armentrout [Armentrout, Jennifer L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-15T00:00:00+00:00


Capítulo 25

Debí de comportarme muy bien, porque un rato después nos metimos en el estanque.

El agua, oscura como la medianoche, estaba más caliente que la de mi lago, pero seguía siendo refrescante. Avancé por el resbaladizo estanque bajo la atenta mirada de Nyktos. Se mantuvo cerca de mí, como si temiera que me aventurase demasiado lejos y me ahogara. Me pregunté si los minerales que había mencionado aliviarían mis músculos doloridos. Me permití sumergirme bajo la superficie para deleitarme en la sensación del agua discurriendo por mi cara y por encima de mi cabeza. O quizá fuese el orgasmo. Sonreí debajo del agua. Puede que fuesen las dos cosas. Permanecí bajo el agua, los ojos cerrados y los brazos abiertos a los lados, flotando…

Un pecho frío tocó el mío y me sobresalté. Los brazos de Nyktos se cerraron en torno a mi cintura y me izaron. Abrí los ojos cuando mi cabeza salió a la superficie. Aferrada a sus hombros, aspiré una gran bocanada de aire y levanté la vista hacia él.

Retiró de mi cara el pelo mojado pegado a mis mejillas.

—Empezabas a preocuparme.

—Perdona. —Me puse roja. No había pensado en lo que vería otra persona cuando me mantenía así debajo del agua—. No me había dado cuenta de que había estado ahí abajo tanto tiempo.

Sus ojos buscaron los míos.

—Han sido casi dos minutos.

Arqueé las cejas, sorprendida.

—¿Llevabas la cuenta?

Asintió y bajó el brazo de mi cintura mientras deslizaba la mano por mi mandíbula.

—¿Por qué haces eso?

—La… la verdad es que no lo sé. —Me mordí el labio mientras retrocedía un poco. El agua ahí me llegaba hasta el pecho, pero en Nyktos apenas tocaba su ombligo y no lograba concentrarme cuando el agua retiraba el pelo de su cara y resbalaba por su pecho—. Es solo algo que llevo haciendo desde niña —expliqué, los brazos apoyados ahora en el borde de la fría pared de piedra—. A lo mejor empecé a hacerlo porque en lugar de sentir como que no podía respirar, ¿era yo la que la controlaba y no era la respiración la que me controlaba a mí? No lo sé. Pero me hacía sentir que yo tenía el control. No que era débil o algo. —Me encogí de hombros. Nyktos no dijo nada—. Aunque, claro, ni siquiera estoy segura de que eso tenga sentido. Es solo una costumbre rara mía. —Me aclaré la garganta—. Bueno, por lo demás, supongo que hoy ha sido un fracaso.

—En realidad, no. —El agua se removió cuando se acercó a mí—. Como te he dicho, noté la esencia en ti. Para ser sincero, es probable que la sintiera en el bosque aquella noche, pero estaba…

Miré atrás para verlo sumergirse bajo el agua y luego emerger unos segundos más tarde. Brotó del agua como el dios Primigenio que era y me quedé un poco aturdida observando cómo los músculos de su pecho y sus bíceps hacían todo tipo de cosas interesantes cuando levantó los brazos para pasar las manos por su cara y echarse el pelo hacia atrás.



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